Las relaciones paternales…

hermanos-03Tiene su origen en el amor paterno-materno y en el filial. Es la relación que se da de los padres (padre, madre) con los hijos o viceversa.

La relación materno-hijo es única por su intensidad, la intimidad entre ellos es una necesidad vital para el hijo. El carácter incondicional de este amor forma la raíz de seguridad y valor ante la vida. Por la madre aprende a comprender a otras personas, abrirse a ellas y entrar en una relación íntima.

El padre engendra y transmite el espíritu, es la fuente de vida. Es el que enseña a sus hijos forma de convivencia y recreación. En el reside la principal autoridad de la familia, es un consejero desinteresado

Los hijos tienen con la madre más intimidad, con el padre más admiración y obediencia. Los padres como el timón del barco familiar deben establecer un proyecto común para llegar a buen puerto y mejorar las relaciones familiares.

Esta  mejora se lograra si los padres impulsan las iniciativas positivas, que no serán solo de ellos sino de toda la familia. Los padres deben entusiasmarse y entusiasmar, motivarlos para que todos deseen y busquen el proyecto común. Deben preocuparse e interesarse por cada miembro de la familia tratándolo como persona y ayudando en su desarrollo.

Los padres no debemos:

  • Comparar a los hijos, puesto que cada uno es único e irrepetible.
  • Etiquetar, ya que al hacerlo se pierde la oportunidad de cambio y mejora. Elogiar las cualidades y no resaltar los defectos.
  • Tratarlos a todos los hijos igual no como iguales, debe ser un trato personal y justo.
  • Ser egoístas, se debe ser generoso y estar dispuestos para ellos siempre.

Para tratar a los hijos como persona y que alcance su madurez es importante hacerlos libres, permitiéndoles ser poco a poco dueños de su propia vida, teniendo un amor comprensivo y exigente. Enseñarles a manejar la libertad responsable.

Es importante que los padres conjuguen armónicamente la autoridad paterna con una buena amistad, la cual implica atender a las necesidades específicas de cada hijo para luego exigirle de acuerdo a sus capacidades. El ideal de los padres, se logra cuando son amigos verdaderos de sus hijos.

La confianza y autoridad de los padres no se impone sino que se conquista respetando la manera de ser de cada hijo y exigiendo a cada uno de manera diferente. Solo se puede exigir lo que se es capaz de hacer

Construir una imagen buena de nosotros en nuestros hijos dará riqueza a la relaciones familiares.

 

¡OTRA VEZ SE ESTAN PELEANDO!, NO SÉ QUE HACER

tajeta roja

Pilar:              ¡Mamá ya no aguanto a Pedro todo el día me está molestando!

Pedro:           ¡No es cierto mamá, la que entró a mi cuarto a molestar fue ella!

Pilar:              Entre porque nunca me pides mis cosas y siempre usas mi laptop y no la   encuentro…

Pedro:           Pero yo no la tengo, es que tu nunca sabes donde dejas las cosas y siempre me culpas de todo. Además aprende a respetar y toca la puerta antes de entrar …

Pilar:              Si tú como no, habló el ordenado y el que respeta las cosas…

El pleito anterior es sólo un ejemplo de los muchos que podemos escuchar los padres entre los hermanos. Gran parte de las veces los padres intervenimos (por cansancio al no ver el final, por querer arreglarlo, porque no nos gusta que se lleven así, etc.), sin saber qué hacer. A lo largo de esta lectura trataremos de aclarar cómo tenemos que actuar ante sus problemas.

Los padres no somos jueces, es decir, la pelea entre Pedro y Pilar es su problema y son ellos quienes la tienen que solucionar. Si la mamá no interviene y son ellos los que lo resuelven, aprenderán a lograr acuerdos como: Si tú me pides la laptop y la regresas yo te la presto cuando pueda, pero sino me la pides o no la regresas a su lugar la próxima vez no te la presto. Pedro puede pedirle a la hermana que por favor antes de entrar a su cuarto toque porque no le gusta que invada su intimidad y además algún día lo puede ver desnudo y eso sería muy incómodo. También aprenderán a aceptar la derrota y arreglárselas en situaciones de desventaja.

Si Pilar y Pedro buscan que la mamá intervenga ella les tendrá que explicar que como ellos originaron el problema son ellos los que tendrán que resolverlo. Es por esto que digo que los padres no somos los jueces que resolvemos los pleitos entre las partes, al no realizar este papel enseñaremos a los hijos a enfrentar y resolver conflictos.

Muchas veces pelean sólo por llamar la atención de los padres y si nosotros no intervenimos lo dejarán de hacer por no haber conseguido su objetivo.

Recordemos que es con los hermanos con los que aprendemos a negociar, ceder, perder, ganar, etc., démosles la oportunidad  de tener esta gran enseñanza.

Tampoco somos el jurado, cuando Pedro y Pilar comienzan a gritar la versión de cada uno, lo que buscan es que su mamá tome partido y encuentre al culpable, si ella lo hace lo único que aprenderán ellos es: a culparse  uno al otro o dar pretextos para salirse del problema, volviéndose poco responsables de sus actos. La mamá debe ser imparcial, no tomar partido y guiarlos para encontrar soluciones y no culpables.

 Cuando los padres actuamos como jurado y determinamos al culpable, lo que provocamos es que haya más rivalidad entre ellos; porque el ganador siente que venció o que es el favorito. En cambio el perdedor se puede sentir desplazado, incomprendido por los padres o poco amado.

Recordemos que para pelearse siempre se necesita que por lo menos dos personas quieran y   por lo tanto cada uno tendrá su parte de culpa en el conflicto. El buscar un culpable no resuelve nada, sólo daña.

Los padres si somos  árbitros. Si el pleito de Pilar y Pedro continua pareciendo que no tiene fin, la mamá tendrá que sacar la tarjeta roja para separarlos físicamente para que no puedan hablar por un tiempo, que ella determinará, permitiéndoles reflexionar a cada uno sobre lo que hizo para que comenzara su pleito y que debe de hacer cada uno para que acabe. Por ejemplo: Pili reflexionará que no debe entrar de ese modo al cuarto del hermano ni hablarle de ese modo. Por otro lado Pedro se dará cuenta que tiene que pedir prestadas las cosas y regresarlas. La mamá como buen árbitro estará pendiente del cumplimiento de las normas, en caso de faltar alguno a ellas aplicará la consecuencia a dicha falta y siempre los guiará.

Los padres sólo intervendremos para establecer normas y límites claros en las peleas o  para no permitir que se dañen o cuando el problema  sea grave para ayudarlos a encontrar soluciones solamente.

Actuando de esta manera enseñaremos a nuestros hijos cómo manejar los conflictos y cómo buscar y encontrar soluciones, lo cual no sólo les servirá ante sus hermanos, sino para toda la vida. Seamos los mejores árbitros y confiemos en la capacidad de nuestros hijos para resolver sus problemas. Cuanto más les permitamos individualizarse y separarse más unidos serán.

¡Mis hijos se pelean todo el día!

hermanosEsta frase la repetimos una y otra vez, la mayoría de las  veces desesperados, porque no entendemos que es lo que pasa y por lo tanto no sabemos qué hacer para que deje de suceder. Recordemos: ¡hermanos que no pelean no son hermanos!, como en muchas ocasiones se lo hemos oído decir a las abuelitas. Les tengo una excelente noticia: las peleas  son normales, con el tiempo y un buen manejo de ellas irán desapareciendo poco a poco. Hablemos  de la relación y convivencia de los hermanos para poder entender mejor por qué se dan y cómo debemos actuar ante ellas.

Las relaciones fraternales se dan por un vínculo de sangre (comparten padres) y el de la vida común (comparten el mismo hogar), convirtiéndolas en relaciones más directas, íntimas  y espontaneas que se pueden dar entre dos personas.

Es por estos vínculos que en sus relaciones se pueden observar dos sentimientos distintos entre sí, estos son:

  • La solidaridad dada por la unión que existe entre ellos. Se unen para ayudarse, encontrando protección y amor. Cuantas veces hemos visto a uno de nuestros hijos pelearse con alguien por defender al hermano o ayudarse a solucionar un problema o para obtener un permiso de sus padres, haciendo un gran equipo de negociación ante nosotros.
  • La rivalidad dada por la competencia que existe entre ellos. Porque cada uno quiere tener su lugar especial dentro de la familia, ser aceptado, comprendido y amado. La cual surge porque  viven juntos sin haberse elegido compartiendo padres, casa, cuarto, hermanos, diversiones y muchas cosas más. Es esta la causante de las peleas.

Al aumentar la rivalidad aumentarán los enfrentamientos y esto sucederá cuando nosotros los padres:

  • Los ponemos de ejemplo uno al otro.- A ver si aprendes de Ricardo las buenas calificaciones que obtiene.
  • Fomentamos los celos por un nuevo nacimiento.- ¡Cuidado con el bebé!, ¡no lo toques se enferma!, ¡lo vas a lastimar!, que lindo es, etc.
  • Estamos poco afectuosos o muy ocupados.-El hijo puede sentir que lo poco que le damos al otro se lo estamos quitando a él.
  • Los comparamos.- Lucia, tu hermana Marta recogió más rápido las cosas que tú, es que ella es muy obediente. Al compararlos les estamos quitando su identidad y a través de las peleas buscan recuperarla.
  • Tenemos favoritos o actuamos como si los tuviéramos, manifestando diferencias en nuestro trato.- Si Toño, el papá, todos los domingos va andar bici con Luis porque a los dos les gusta mucho y nunca busca compartir una actividad con Arturo como el tenis, porque no le gusta, Arturo se sentirá desplazado. El mensaje que manda Toño; Arturo lo podría  interpretar como que Luis es su favorito aunque esto no sea cierto, en realidad sólo le gusta la bici y no el tenis.
  • Los etiquetamos o calificamos.- El estudioso, el inteligente, el desordenado, el simpático, etc. Son calificativos que para lo único que sirven es para aumentar la rivalidad entre ellos, porque  buscarán ser como el otro sólo para que nos sintamos orgulloso de él.

Por el contrario los padres tenemos que buscar llevar a cabo  acciones que disminuyan la rivalidad y con ello las peleas entre ellos. Como por ejemplo las siguientes:

  • Valorar a cada hijo, dándole su lugar importante dentro de nuestra familia. Recordemos que cada hijo es diferente (con sus fuerzas y debilidades) y que es esta diversidad la que enriquece nuestras relaciones y a nuestra familia. Es la que nos permite complementarnos, permitiendo a cada hijo ser como es y sentirse amado por lo que es, logrando el desarrollo de todos los miembros y como consecuencia el de la familia.
  • Dedicarles tiempo y espacio especial a cada uno para que todos se sientan amados, aceptados y comprendidos, no teniendo necesidad de competir entre ellos por el cariño, aceptación o compresión de sus padres,  desarrollando su autoestima.
  • Buscar que se complementen y que no compitan entre ellos. Por ejemplo, si Luisa es buena en matemáticas y Diego en biología enseñarles a pedirse ayuda cada uno en sus debilidades y ayudar al otro, haciendo uso de sus fortalezas. Esto los hará generosos y solidarios, aprenderán a trabajar en equipo. Enseñarlos a pensar en los demás y en sus necesidades. Es decir, Luisa podría ayudar a Diego con lo que no entiende en matemáticas y Diego podría ayudarle a hacer la maqueta del bosque que debe presentar. Enseñándoles a identificar a cada uno sus fuerzas y sus debilidades y fomentando la ayuda entre ellos dejarán de competir y por lo tanto pelearse por este motivo.

En conclusión las relaciones entre ellos son muy diversas: pueden jugar juntos, pelearse, volverse cómplices cuando quieren lograr algo, defenderse, prestarse todo y nada, pero lo normal es llevarse bien. Somos nosotros los padres los que debemos analizar, si lo que hacemos con ellos busca aumentar o disminuir su rivalidad. Es importante recordar siempre que la aparición de las peleas es normal y que con el paso de los años, si estamos haciendo bien las cosas, irán disminuyendo hasta desaparecer. Luchar por mejorar la relación y comunicación entre los hermanos porque qué mejor recompensa podemos tener, que el ver que nuestros hijos son verdaderos amigos.