La importancia de la comunicación con los hijos adolescentes

Cuando nuestros hijos entran en la adolescencia buscan: saber quienes son, su estilo personal, ser autónomos, individualizarse, es decir, entran en una crisis de crecimiento, donde empiezan siendo niños y salen siendo adultos jóvenes. Es una etapa donde se replantean su vida anterior y se esfuerzan para adaptarse a esta nueva situación. Es un camino lleno de cuestiones que resolver para el hijo, para nosotros los padres y para quienes convivimos con él. A través de la comunicación nos conoceremos, resolveremos, guiaremos y educaremos.

Pero la comunicación utilizada hasta ahora ya no sirve como antes, tenemos que buscar la forma de construir nuevos puentes o caminos que nos permitan seguir comunicándonos con ellos. Tener una comunicación positiva, asertiva y afectiva es vital para satisfacer las tres necesidades más importantes para un adolescente: la de pertenecer a un grupo, ser comprendido y amado.

Los padres podemos comunicarles:

  • Eres único y valioso para nuestra familia, perteneces a este hogar que es tu refugio y fortaleza.
  • Te aceptamos y comprendemos, estamos aquí para sostenerte y guiarte.
  • Te amamos y no importa lo que pase siempre te amaremos. El afecto los hace más seguros y autónomos.
  • Te ayudaremos a crecer y a vivir la libertad responsable.

¿Qué le comunicamos a nuestros hijos con las palabras, gestos, posturas, tono de voz y conductas? Aprobación o desaprobación, atención o desatención, interés o desinterés, en resumen amor o desamor. Porque de lo que nosotros comuniquemos, facilitaremos o dificultaremos su paso por la adolescencia y la duración de esta. Dependerá la autoimagen y autoestima que tenga de él. Para que construyan una buena imagen y alta estima recordemos que se puede pedir, corregir, educar, limitar, exigir desde la comunicación afectiva y positiva que es la que crea un ambiente de confianza y seguridad para nuestros hijos adolescentes.

¿Cómo dialogamos?

¿Cuántas veces al día oímos o realizamos diálogos que no sólo no cumplen con su propósito, sino que además cierran los canales de comunicación entre nosotros y nuestros hijos empeorando la relación? Pongamos un ejemplo:

Mamá:          ¡Juan, estoy harta de decirte todos los días lo mismo!

Juan    :          Si, ma´, ya voy.

Mamá:          ¿Qué no te das cuenta lo cansada que estoy?  Eres un flojo y egoísta. ¿Cuándo piensas obedecer y hacer lo que te toca?

Juan    :          Ahorita.

En cualquier diálogo debemos cuidar el: qué digo, cómo lo digo y para qué lo digo, para que este sea eficaz. Analicemos la conversación anterior: la mamá no pidió claramente lo que esperaba (qué digo), chantajeó y ofendió al hijo (cómo lo digo) y no consiguió que el hijo lo hiciera (para qué lo digo). En conclusión ninguno de los tres aspectos se cuidaron, convirtiéndola en una comunicación negativa.  El propósito que la mamá tenía era que el hijo hiciera algo, pero por su forma de pedirlo es claro que este no se consiguió, porque no lleva a Juan a cooperar, ni a obedecer, sino por el contrario no hará lo que su mamá le pide, dándole gusto siendo un flojo y egoísta como ella lo llamó.

La pregunta es: ¿cómo dialogar con ellos para mejorar continuamente nuestra relación y comunicación?

Es con el diálogo asertivo y amoroso que lograremos acercarnos y unir a nuestra familia. Es este el que nos permitirá descubrirnos, amarnos y respetarnos. Encontrando juntos un camino común. El diálogo padres e hijos es de corazón a corazón.

Somos nosotros, los padres, los primeros y únicos responsables de las relaciones y la comunicación que se dé dentro de nuestra familia. Porque somos nosotros los que les enseñamos a dialogar a los hijos a través del ejemplo que les damos día con día. Pueden más los hechos que las palabras.

Para que exista diálogo padre e hijo es necesario que la iniciativa sea nuestra, estando siempre abiertos y disponibles para ellos. Contándoles nuestras experiencias, errores, problemas, en una palabra lo que sentimos y pensamos .Sólo dialogaremos si  nos acercamos a platicarles de nosotros y nos interesamos en sus cosas. Estar siempre dispuestos a escucharlos es la mejor forma de demostrarles nuestro interés y amor.

Es tiempo de:

  • Reencuentro con los demás y conmigo mismo.
  • Valorar la vida, la salud, la familia, la amistad y el trabajo.
  • Reflexionar sobre lo que es importante y lo que no lo es.
  • Revalorar lo que necesitamos y lo que no.
  • Crecer como persona, familia y sociedad.
  • Solidarizarse con el que necesita y sufre.
  • Meditar quien soy y lo que estoy haciendo con mi vida.
  • Cultivar el espíritu a través de la lectura.
  • Desarrollar las habilidades olvidadas.
  • Detenerse y disfrutar las pequeñas cosas.
  • Demostrar mi amor con pequeños detalles.
  • Ejercitar el cuerpo.
  • Ordenar la vida, la casa y la mente.
  • Divertirnos, jugar y reír en familia.
  • Abrir los oídos y el corazón.
  • Dejar la prisa que nos consume.
  • De ver más allá de nosotros mismos.
  • Planear lo que haremos una vez que esto pase.
  • Hacer actividades que nos gustan y disfrutamos.
  • Trabajar en equipo.
  • Mirar lo positivo.
  • Cambiar de actitud.
  • Escuchar y comprender.
  • Apreciar y disfrutar el tiempo que pasamos juntos.

Es tiempo de aprender, mejorar y CRECER COMO PERSONAS